De tu aliento se desprende un exótico poder que confunde mis
emociones,
que riñen entre el sosiego y el ardor;
es tranquilidad en mis pensamientos, y entusiasmo para mi
cuerpo,
es quietud en mi espíritu, pero ignición en mi corazón.
Tu mirada es claro cielo, que incita a la más apasionada de
las tormentas,
es ir de la paz a la guerra buscando paz,
es descoser la seda de la demencia para tejer red de la
consciencia;
es abstraerse de todo para soportar la realidad.
Tu blanca y tersa piel irradia ternura, que invita a besar
sus sagrados lunares,
es saciar la sed y seguir sediento,
es a refugiarse del frio con un calor que quema hasta el
dolor,
es tocar la gloria sabiendo que estoy en la perdición.
Y tu conducta de
querubín inalcanzable, enloquece mis pensamientos,
es el suplicio del condenado mortal,
es el desespero del rio antes de terminar en el mar,
es pedir permiso a Dios antes de caer en el pecado original…
Boris Alonzo
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