miércoles, 25 de abril de 2018


El presente resumen trata de ubicar objetivamente las características sociales y culturales de la sociedad de los Esenios, comentando como eran visto por los demás pueblos, tomando referencias bibliográficas del siglo I; sin tocar en profundidad el contexto masónico, gnóstico, místico y esotérico, dejando abierto los temas para ser tratados por  futuras investigaciones del taller.

En el año 1947, en pleno territorio de la antigua Palestina, en las ruinas de la ciudad de Qumran, a la margen del Mar Muerto, el joven beduino “Mohamed El Lobo”, buscaba una cabra perdida, y accidentalmente descubrió una cueva, la cual le atrajo curiosamente al escuchar el sonido de las piedras que arrojaba adentro, al introducirse adentro, tal y como si fuera un cuento fantasioso de las mil y una noches, se encontró diez jarras de greda con unos rollos de lino, recubiertos de alquitrán o cera, con escritos en pergaminos y láminas de cobre de más de 2.000 años de antigüedad. Para sorpresa del mundo, y después de ser estudiados por expertos del tema, los mismos referían las enseñanzas de una fraternidad de hombres y mujeres santos que vivían juntos en comunidad, y que en aquel entonces incubaba la génesis de la cristiandad. Su nombre eran Los Esenios, una secta a la cual pertenecieron casi todos los fundadores del Cristianismo como Santa Ana, María y José, Jesús, Juan El Bautista, Juan El Evangelista, entre otros.

Solo algunos pocos escritores del siglo I, habían hecho referencia a Los Esenios en sus escritos; Plinio el Viejo, Flavio Josefo, Filón, Dión Crisóstomo, Hipólito de Ostia y Epifanio de Constancia; coincidiendo todos en la mayoría de los casos, y fortaleciendo la veracidad de los documentos descubiertos en Qumran.

Según Flavio Josefo, había una Sociedad llamada los Hasideos, que datan de los tiempos de construcción del Templo del Rey Salomón, quienes tenían a su cargo el adorno y conservación del mismo. Durante la Revuelta de los Macabeos, en el año 150 a.c., se dividen diferenciándose entre Fariseos y Esenios.

En su libro Las Guerras De Los Judíos, escrito en entre los años 75 y 79, en su versión aramea, describe tres géneros de filosofía Judía: Los Fariseos, Los Saduceos, y Los Esenios.

Los Esenios se formaron en las montañas, a donde llegaron para protegerse de las persecuciones de los Sirios cuando invadieron Judea en el siglo II a.c.; aunque luego en el siglo I d.c., durante de la destrucción del Templo de Jerusalén, tuvieron que resguardarse en zonas más intrincadas y alejadas, desde donde conservaron las Doctrinas de la Iniciación con toda su pureza. Años después que dejaron de perseguirlos, fueron bajando de las montañas y se establecieron en ciudades y zonas rurales, siempre en grupos y comunidades
Los Esenios eran una comunidad de judíos naturales, unidos por el amor y la amistad, no eran codiciosos, teniendo como virtud principal, el contenerse a los placeres banales de vida. Tomaban por parientes los hijos de los extraños que les eran dado para adoctrinarlos, instruyéndolos en sus costumbres; aborrecían el matrimonio porque consideraban que no había mujer que guardase la castidad y la fe de su marido; menospreciaban la riqueza, y cualquier ingresado a su disciplina debía poner sus bienes al común del servicio de todos como hermanos, con esto no sufrían la humillación de la pobreza ni el ensorbecimiento de la riqueza. Sus vestiduras eran blancas impecables; si alguno era untado con aceite en contra de su voluntad, se limpiaban con otros productos; a pesar de esto tenían lo feo por hermoso; contaban con ciertos procuradores para todas las cosas en común. Se establecían en comunidades en ciudades y zonas rurales; cuando un maestro los visitaba les ofrecían todo lo que tenían, como si fuera de el mismo; se trataban como hermanos amigables y acostumbrados, aunque nunca se hubiesen conocido antes; solo se armaban contra ladrones, y nunca llevaban nada de equipaje en sus viajes, porque al llegar a cada sitio, tenían un procurador que se encargaba de sus cosas de uso necesario. Sus alumnos vestían iguales que ellos, y no mudaban ropa ni calzado sino hasta que verdaderamente estaban inservibles; no transaban ni hacían trueque de ningún bien entre ellos, dando al hermano lo que necesitara tan solo con comunicarlo; existía total libertad para que cualquiera tomase lo que considerase necesario.

La religión y reverencia a Dios era absoluta; no hablaban de lo profano antes que el sol saliera; tiempo que utilizaban para celebrar ciertos sacrificios y plegarias orientadas a que amaneciera; al amanecer todos tenían libertad de hacer sus artes y oficios; al culminar todos se juntaban con una toalla de lino blanco, lavaban sus cuerpos con agua fría, y se recogían en lugares santos, donde nadie distinto a ellos podían ingresar; una vez limpios y purificados era la única manera de entrar a su reunión de comida, como si entrasen en un santo templo, con orden y silencio; el panadero les colocaba el pan al frente y el cocinero los cubiertos; era obligatorio que el sacerdote diera la bendición a Dios antes de comer; y al terminar también se bendecía; luego dejaban sus vestiduras casi sagradas, y regresaban a sus tareas hasta la noche, cuando iban a sus casas donde cenaban, bajo un ritual parecido; y junto con ellos los huéspedes si los hubiesen. El silencio era inexpugnable para los que no pertenecían a la fraternidad, sin  gritos, ni ruido alguno mientras comían, incluso para hablar guardaban el orden entre ellos; la templanza mostrada era enorme, ya que ninguno poseía nada más allá de lo que le era necesario; y aunque no hacían nada sin el consentimiento del procurador o maestro de todos, eran libres de ayudar al que tuviese necesidad de ellos; también podían socorrer a los que cada uno considerase dignos de ellos, incluso llegando a mantenerlos; solo tenían que pedir permiso al curador, si querían dar algo a sus parientes y deudos.

Eran expertos en moderar su ira; apartando  de si cualquier indignación que sintieran; guardaban rigurosamente la fe; eran pacíficos y comprometidos con su palabra; siendo recatados al momento de jurar; se consideraban enemigos del perjurio.  Practicaban estudios avanzados de las escrituras, en especial las relacionadas al cuerpo y alma, logrando grandes conocimientos de los poderes curativos y sanatorios de plantas, raíces y piedras.

Cuando un profano quería ser aceptado en la secta, era vestidos con una túnica con ropa blanca y una azadilla; y adicionalmente se le prohibía la entrada a sus comunidades durante un año; tiempo durante el cual, el profano era mantenido por ellos, y constantemente se le observaba si era digno ser admitido. Después de haber dado muestra de virtud y continencia, el aspirante era purificado por aguas y lavatorios, donde manifestaba su compromiso con el voto de castidad. Aun así todavía no eran invitados a comer con ellos; y se sometía a una nueva prueba de dos años de convivencia, costumbres y compromiso con Dios; tiempo en el que era evaluado sobre el compromiso adquirido con Dios y la Orden. Solo al ser aceptado quedaba investido con todos los deberes y derechos de los demás hermanos, y cumpliendo el ritual podía ingresar a comer con ellos.

Gran parte de los juramentos realizados por el recién iniciado eran los votos de honrar a Dios, y estar del lado bueno de la humanidad, sin dañar a nadie, aunque fuese forzado a ello comprometiendo su vida; se comprometían a estar al lado de los justos y buenos, y principalmente con los príncipes, en el entendido que solo por voluntad de Dios, se podía ser príncipe o rey. Como el cargo de maestro era electo a mano alzada en presencia de toda la comunidad, existía un juramento en el caso que el iniciado llegase a ser presidente; comprometiéndose a no ser soberbio, ni usar mal el poder para dañar a los suyos; hacían votos por mantener la humildad en la vestimenta; adquiriendo un compromiso de mantener la verdad frente la mentira; guardando sus manos limpias del hurto; y manteniendo su alma limpia de provechos injustos; juraba no encubrir cualquier delito de sus compañeros, y no develar nada de los misterios recibidos a ningún profano. También se comprometían a no dictar reglas distintas a las aprendidas, a rechazar la corrupción, a conservar los libros de las leyes y honrar los libros de los ángeles. Era así como probaban y experimentaban a los recién iniciados.

En Caso de ser hallados en pecados, eran rechazados; y en ocasiones, los hacían morir de muerte miserable, debido a que sus votos no le permiten comer otra cosa, de manera que tenían que comer hierbas crudas, llegando incluso a un estado de flacidez mortal; muchos de los que regresaban moribundos a la comunidad, eran perdonados por compasión, dando por hecho el perdón de sus pecados pagados con su vida.

Los juicios lo realizaban en reuniones con más de cien hombres juntos, guardando con determinación lo juzgado. Después de Dios, su mayor honra era a Moisés, quien fundo sus leyes, por lo que castigan con muerte quien hable mal de él; eran obedientes de los viejos; en caso de haber diez juntos, nadie hablaba si los otros nueve no estaban de acuerdo; se cuidaban de no  escupir al frente o a la derecha de la gente; honraban el sábado con más fervor que los otros judíos, haciendo la comida y preparando todo en la casa el día anterior, ya que el sábado ni siquiera hacían sus necesidades fisiológicas; necesidades que purgaban el resto de los días, en un lugar apartado y secreto, cavando un pie de hondo con una azadilla, después de purgada la necesidad, lo tapaban de nuevo con tierra; todo esto lo hacían cubiertos con una túnica para no injuriar a Dios; a pesar de ser un acto de purgación natural, acostumbraban lavarse después de hacerlo, como si estuvieran sucios.

Se dividían en cuatro clases, según el tiempo de iniciado, de menor a mayor  categoría, al punto que si uno de la categoría más alta, era tocado por otro de la categoría más baja, el primero se lavaba como si hubiese tenido contacto con un extranjero. A causa de su disciplina, orden y buen comer, muchos superaban los cien años de vida, evitaban el peligro y sanaban el dolor con su mente; creían que era mejor una muerte glorificada que la misma inmortalidad; en la guerra contra los romanos se demostró su compromiso con sus misterios, muchos fueron despedazados, quemados, torturados, y no pudieron hacerlos romper sus juramentos, ni prácticas sagradas; llegando incluso a burlarse de sus verdugos frente a la muerte, muriendo con alegría, estando conscientes de que recobrarían la vida de nuevo.

Creían en la inmortalidad del alma, sostenían que siendo como un aire muy sutil, era retenida por el cuerpo, con un encantamiento natural; pero cuando ese encantamiento del cuerpo se rompía, el alma se liberaba e iba a lo alto; creyendo igual que los griegos que en ese lugar alto donde solo van las almas buenas, está más allá, donde no hay lluvia, ni nieve, ni calor, sino que siempre lo refresca un suave viento que soplaba desde el Océano. En cambio, para las almas malas establecían un antro oscuro y frío, lleno de eternos tormentos. Esta es la concepción teológica de los esenios sobre el alma, y su gran aporte a la humanidad, haciendo que los hombres buenos sean mejores, por la esperanza de llegar al altísimo después de la muerte; y refrenando los hombres malos sus pasiones, por miedo a ser enviados al lugar del tormento eterno en el centro de la tierra, aun cuando no sea condenado mientras viven.

Había Esenios que predecían el futuro, instruidos desde niños con libros sagrados, con purificaciones y enseñanzas de profetas; y casi nunca se equivocaban en sus predicciones.

Otros Esenios diferían en su concepción del matrimonio, sosteniendo que los que no se casaban perdían la parte más importante de la vida, es decir, la procreación, y, que de no hacerlo la raza humana estaba destinada a desaparecer; estos sometían a las mujeres a una prueba durante tres años para casarse con ellas; luego de tres períodos de purificación cuando se demostraba que podían parir, solo tenían relaciones para procrear; al momento de bañarse tanto las mujeres  los hombres lo hacían con sus partes cubiertas.

Según el Libro Negro de la Masonería expresa que Los Esenios usaban la palabra de pase “Pax Vostrum”, que significaba; “La Paz Sea Con Vosotros”.

Plinio el Viejo en el siglo I escribe: “En Occidente, pero distantes de la orilla, donde no hay nada que temer de sus exhalaciones están los Esenios, por sí sola nación, única, por encima de todos los demás, sin mujer, sin lujuria, sin dinero, viviendo en sociedad con las palmeras. No disminuyen, gracias a la afluencia de nuevos anfitriones y la multitud que llegan a aquellos, que cansados de la vida, se presentan ante la fortuna sin dinero a adoptar esta forma de vida. Así pues, durante miles de siglos, algo increíble en una nación en la que no nacen las personas, si es fructífero para el arrepentimiento de otros su vida pasada”.

En conclusión Los Esenios existieron y fueron documentados por historiadores de la época. Aunque sus orígenes son distintos a los de la masonería, podemos observar coincidencias en la creencia y honra de un Dios; la inmortalidad del Alma; el sentido iniciático de las mismas; los grados de estudios, ambas guardan celosamente sus augustos misterios solo para sus integrantes; pudiera haber una analogía entre las funciones del Maestro de Justicia y el Venerable Maestro; así como existen el cocinero, el panadero, el procurador, etc., en Los Esenios, La Masonería tiene sus dignidades y oficiales; coinciden en lo referente a la libertad de actuar de sus miembros, comprometidos con el altísimo; en cuanto al uso de vestimentas particulares al momento de congregarse pudiera ser otra coincidencia. Pero al margen de todas estas coincidencias simbólicas y de ritualisticas, lo verdaderamente importante es el legado a la humanidad que debe prevalecer por parte ambas sociedades, y en esto los Masones estamos en la obligación de estudiar este conocimiento, para ponerlo al servicio de la humanidad, en el nombre del G:.A:.D:.U:..  T:.A:.F:.


Boris Alonzo
M M

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