domingo, 20 de octubre de 2013

Desahogo



Cuando pienso en la poesía te apareces en mis pensamientos, y poco a poco,  como marea que sube, vas inundando todos mis espacios. Me atrapas con solo imaginarte, como un pobre insecto enredado en una telaraña.
Cuando te acercas mi corazón se acelera, mis ojos se descontrolan por el temor de ser descubiertos; siento mariposas que revolotean en mi estomago; mis manos sudorosas no logran asirse a nada; y mi respiración trata de controlar inútilmente toda esta conmoción de mi cuerpo sin tener éxito; inevitablemente mi cerebro se torna incompetente y siento el estallido de una calor que recorre mis mejillas, y mis ojos se entrecierran sin querer, y mi cara busca el suelo como tratando de escapar de tu influjo.

Quien si no tú, podrías subyugar mi ser, si desde aquel entones cuando te vi por vez primera no pude controlar mis emociones, fantasías que me atormentan y me castigan al no poder hacerlas realidad, y peor aún, penas que me angustian al no ver ninguna posibilidad de ser correspondido.

Y como no pensar en ti, si eres un bello ángel que me ha prendado solo con su aura; hermoso ser celestial que destella por encima de todo; divino rayo de sol que iluminas mi senda; fresco oxigeno natural que alimentas mis pulmones; agua pura y cristalina de sano manantial que mitigas mi padecer cuando estoy sediento.

Secuestras mi atención mientras duermo; mi escape es soñar para tenerte en mi sueños, para poder desatar todo esta frustración que llevo adentro, para poder considerar que me correspondes, aunque solo en sueños te tenga; prefiero pensar que al menos en un mundo de fantasías puedo hacer realidad mis ilusiones contigo; rozar tus mejillas con las mías mientras busco tu boca, besar tus finos labios con la sutileza del viento, saborear tu dulce boca como la miel de la abeja del panal, abrazar tu frágil cuerpo que pareciera las alas de un colibrí, y sentir tu corazón golpeando mi pecho, sentir que mi sueño es mi realidad, porque despertar no quisiera, pues es la realidad una amarga pesadilla…


Boris Alonzo

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